Hidrología y Gestión del Agua

DRENAJE SOSTENIBLE, RECURSOS HÍDRICOS Y CALIDAD DEL AGUA

 

Introducción

A finales de este año 2009, nuestros Organismos de Cuenca deberán afrontar el reto de presentar sus Planes de Gestión, de acuerdo con los lineamientos marcados por la Directiva Marco Europea del Agua.
Todo parece indicar que con una Directiva diseñada para ríos europeos de caudales generosos, nuestros ríos modestos y otros cuerpos de agua tienen serias dificultades para cumplir con los estándares largamente esperados, tanto en cantidad como en calidad. Por estos motivos, es uno de los mejores momentos para dejar de mirarnos el ombligo y aprender de las experiencias de otros países donde, con recursos y precipitaciones similares a las nuestras, llevan años sustituyendo sus tradicionales sistemas de drenaje para adaptarlos a la nuevas necesidades. Entre estos sistemas, por sus amplias ventajas sobre los demás, destacan los de drenaje por almacenamiento e infiltración en fuente, que tímidamente están comenzando a ser utilizados en nuestro País bajo el nombre propio de “Sistemas de Drenaje Urbano Sostenible” (SUDS).
En resumen, esta comunicación tiene como objetivo poner en tela de juicio nuestros sistemas de drenaje actuales, comparándolos con los denominados Sistemas de Drenaje Sostenible.

 

Ventaja

las principales ventajas de estos sistemas es que no descargan contaminación a los medios receptores, a diferencia de los nuestros, mayoritariamente de tipo unitario. Por otro lado, reducen drásticamente los flujos de escorrentía, minimizando así los problemas de inundaciones. Por último, pero no menos importante, aumentan el volumen de los recursos hídricos disponibles (tanto subterráneos como superficiales), compensando así el imparable proceso de urbanización e impermeabilización del suelo.
Así, mientras nuestros desagües tradicionales descargan el agua a los ríos lo más rápido posible, provocando inundaciones y vertidos muy contaminados, los SUDS retienen el agua de escorrentía y la filtran en la zona insaturada del terreno, aprovechando su gran depuración natural. capacidad. Ya en la zona saturada, estas aguas pasan a formar parte del recurso subterráneo o resurgen y regresan a los ríos como un recurso superficial adicional, de excelente calidad para ser utilizadas para consumo humano y también susceptibles de ser turbinadas en centrales hidroeléctricas. abajo.
Por tanto, estos sistemas se basan en el almacenamiento y / o infiltración de los flujos de escorrentía en el lugar donde se originan, ya sea junto a la bajada de un edificio, en la cuneta de una vía o bajo la superficie de una calle o estacionamiento, debajo de un parque, o incluso en la azotea o patio interior de una casa. El principio es muy simple y conocido: divide y vencerás.

 

Aplicaciones

Entre las principales aplicaciones en las que se están empezando a utilizar estos sistemas, destacan los denominados “canalones antivuelco”. Estas acequias vienen a solucionar el problema de los accidentes por dejar la vía en nuestras carreteras y carreteras. Este problema surge como consecuencia del gran desnivel que producen las acequias tradicionales, que anteriormente han sido resueltas mediante el uso de barreras tipo bionda o incluso reduciendo la profundidad de estas acequias ampliando su ancho, con el correspondiente incremento en los costos de expropiación y Daños a la carretera.
Pero el principal objetivo de estas acequias no es otro que mantener las carreteras libres de agua durante los episodios de lluvia, solucionando además una serie de problemas que, como el tema del vuelco por salida de la vía, suponen problemas colaterales de nuestros actuales sistemas de drenaje.
Así, como en el caso de las canaletas, las principales aplicaciones de los denominados sistemas de drenaje sostenible tienen que ver con la evacuación del agua de lluvia en las diferentes obras diseñadas y construidas por la acción humana.
Es probable que pocas de estas obras se salven, ya que la mayoría de ellas implican la impermeabilización de superficies que antes eran más o menos permeables. Por tanto, como en muchos otros casos, la acción del hombre tiende a solucionar rápida y eficazmente un problema que él mismo ha generado: tener que evacuar el agua generada por una superficie impermeable que antes no era impermeable. Este es el caso de todas las superficies pavimentadas como carreteras, calles, tejados y tejados de edificios, aparcamientos, aeropuertos, etc.

 

Problemas de implantación

A pesar de las evidentes ventajas de estos sistemas, en este punto nos encontramos con la fuerte inercia del sector de la ingeniería civil debido a la estandarización. Por lo tanto, existen pocas referencias en nuestro reglamento de carreteras (Instrucción 5.2.I.C) a los sistemas de drenaje de filtraciones. En este, como en muchos otros casos, la normativa sectorial intenta solucionar eficazmente los problemas que les preocupan, sin tener en cuenta otros factores que afectan, de forma difícil de cuantificar, a otras administraciones. Es el caso de la calidad de las aguas que se vierten, los recursos subterráneos que se pierden o los efectos sobre el medio ambiente que pueden ocasionar estos y otros factores.
Es del todo evidente que no se puede pedir una norma sectorial que nos obligue a tener en cuenta, y por tanto obligar a re-estudiar estos factores cada vez que se diseña una vía o calle, pero sí proporciona herramientas para valorar si es más conveniente utilizar uno u otro sistema en función de la ubicación y características del problema a resolver.
Por el contrario, en nuestra normativa no existe una metodología clara para el cálculo de los sistemas de drenaje, debiendo recurrirse a conocimientos multidisciplinares que requieren el dominio de aspectos meteorológicos, hidrológicos y geológicos que pocas veces se aplican en la ingeniería civil actual. Por tanto, a pesar de que en algunos casos la aplicabilidad de los sistemas de infiltración está fuera de toda duda, el hecho de que nuestra normativa recomiende y especifique la metodología tradicional de diseño de zanjas y tubos en chapa libre, hace que descartemos en muchos casos una mucho más eficaz o sistema incluso más barato a largo plazo.
El segundo problema a tener en cuenta es el desconocimiento de estos sistemas en nuestro país, a pesar de que los países más avanzados en estas materias, como Estados Unidos, Francia, Alemania o Australia, cuentan ya con largos años de experiencia favorable. en su uso. . En el caso de Alemania, por ejemplo, su diseño está estandarizado por un estándar ATV.
Pero este desconocimiento trae además el principal obstáculo con el que se encuentran estos sistemas, y es la opción conservadora del ingeniero a pie, legal e irreprochable, que decide evitar el riesgo de adoptar una solución atípica y no amparada bajo un paraguas regulatorio. Claro. Es por ello que se necesita urgentemente un avance regulatorio en este sentido para acomodar estos sistemas, acompañando el desarrollo tecnológico de la ingeniería civil, que puede tener tal impacto en el desarrollo del propio país.

 

Influencia en los recursos hídricos

En un momento en el que acechan los problemas del cambio climático, y somos muy conscientes de la correcta gestión de los recursos hídricos, saber cómo gestionamos el agua de lluvia tiene un especial impacto y, sobre todo, si podríamos hacerlo mejor. Estamos hablando de un problema a gran escala, una parte de nuestro país se está desertificando, lo que implica que la escorrentía aumenta y a su vez aumenta la pérdida de suelo y disminuye la infiltración. Resultado: los recursos subterráneos disminuyen y “tiramos” más agua al mar.
Mientras tanto, continuamos diseñando nuestros sistemas de drenaje para compensar la impermeabilización de la superficie evacuando el agua de lluvia lo más rápido posible al cauce del río más cercano o al mar. Pues bien, si queremos mantener nuestra disponibilidad de agua y por tanto nuestro nivel de riqueza en los próximos años, no nos queda más remedio que gestionar el agua de lluvia de otra forma: tenemos que cambiar nuestros sistemas de drenaje para compensar la impermeabilización. RESTITUIR el flujo de agua de lluvia hacia los acuíferos e incluso aumentar este flujo. Solo así podremos cambiar la tendencia negativa en la disponibilidad de recursos subterráneos en los últimos años.
Para hacernos una idea de lo que puede suponer el proceso de impermeabilización en nuestro país, aunque solo el 2,1% del territorio está urbanizado, si nos fijamos en las comunidades autónomas más pobladas, la comunidad de Madrid alcanza el 11,7%, seguida de Baleares. con un 5,1%, Cataluña con un 4,5% y la Comunidad Valenciana con un 4,3%. Esto significa que una parte importante de los recursos hídricos subterráneos generados por la infiltración de lluvias se ha perdido irremediablemente y principalmente durante el último siglo.
Pero la disponibilidad de recursos hídricos subterráneos también tiene un impacto en la disponibilidad y estabilidad de los recursos superficiales, ya que los acuíferos regulan en gran medida los caudales que circulan por nuestros ríos. Este hecho, a su vez, tiene una fuerte correlación con la capacidad de generación de energía hidroeléctrica, especialmente en las denominadas “centrales fluviales”, que se alimentan de flujos circulantes y que, a diferencia de las centrales de presa, no pueden aprovechar la Corrientes de las avenidas de los ríos.

 

Influencia en la calidad de las aguas superficiales

Un último punto para comentar, pero no menos importante, es el tema de la calidad del agua superficial. La mayoría de los sistemas de drenaje en nuestro país son de tipo unitario, es decir, utilizan el mismo conducto para transportar aguas residuales y pluviales. Este tipo de sistema presenta un problema específico en el sentido de que las plantas de tratamiento no pueden hacer frente a la afluencia extraordinaria de flujos durante un evento de lluvia.
Por esta razón, durante la mayoría de los eventos de lluvia se producen descargas contaminantes a los ambientes receptores, es decir, nuestros ríos y costas. Estas descargas se denominan DSU (Descargas de sistemas unitarios). Para paliar estos problemas, en España se están desarrollando políticas encaminadas a paliar los problemas de estos sistemas, promoviendo principalmente la construcción de embalses anti-DSU cuya misión es retener el agua de los sistemas unitarios durante el evento de lluvia. Posteriormente, estos volúmenes de agua suelen ser tratados en las plantas de tratamiento en las horas posteriores al episodio.
Es precisamente el alto costo de estos sistemas anti-DSU lo que debe hacernos replantearnos la situación para encontrar otras soluciones que puedan resolver la función de drenaje sin tener como consecuencia la necesidad de inversiones adicionales para reducir los vertidos a

Ahora, en cuanto hablamos de separación, nos encontramos con el dilema de si podemos resolver el problema a través de las conocidas “redes separativas”, como lo indica la abundante normativa a nivel de Comunidades Autónomas o Confederaciones Hidrográficas. Estas redes de drenaje, además de duplicar la infraestructura hidráulica, incrementando enormemente los costos, aún no cuenta con el conocimiento empírico suficiente para poder afirmar que tienen un efecto más o menos beneficioso sobre el medio ambiente. Tanto es así, que en algunos casos se pueden producir niveles de contaminación similares a los de una red unitaria. En este sentido, los sistemas de drenaje sostenible, al infiltrar agua de lluvia en el subsuelo, ya son un tipo de red separativa, pero sin los inconvenientes de las redes de tubos que transportan agua y contaminación a los ambientes receptores.
Por el contrario, estos sistemas infiltran el agua de lluvia en la zona insaturada del terreno, aprovechando su capacidad de depuración, capacidad que últimamente se ha acuñado con el nombre de GEODEPURACION.

 

Conclusiones

Hoy nos vemos obligados a recordar la creación de las Confederaciones Hidrográficas en nuestro país en 1926, lo que nos ha permitido convertirlo en una de las primeras economías a nivel mundial en poco más de 80 años, a través de un largo recorrido en el que destacó en primer lugar el desarrollo de el riego, luego el desarrollo industrial y finalmente el suministro a las grandes ciudades.
Con 80 años de retraso, la Directiva Marco del Agua nos recuerda lo que ya sabíamos, y nos obliga a buscar soluciones a los problemas que hoy nos acosan, esas soluciones innovadoras, imaginativas y técnicamente sólidas como las que han permitido el desarrollo de nuestros País en los últimos años.

¿Cuál será el futuro de nuestros sistemas de drenaje? ¿Alcanzará eventualmente una capacidad total comparable a la de nuestras represas más grandes? ¿Seremos capaces de cambiar la tendencia a la baja de nuestros recursos disponibles, atribuida al cambio climático?
Por tanto, es necesaria una revolución en nuestros sistemas de drenaje para seguir evolucionando en la correcta gestión de nuestro principal recurso para el desarrollo: el agua.

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